SEAN LO QUE DESEAN;
SEAN LO QUE CREEN
Neville Goddard
Julio, de 1951,
Charla de Radio, Estación KECA, Los Ángeles
Traducido Por: Laura Arrojo
Un periodista
pariente mío, me informó que nuestro gran científico, Robert Millikan, una vez
le dijo que él había establecido un objetivo para sí mismo en su temprana edad,
cuando todavía era muy pobre, y aun sin haber demostrado su potencial en el gran trabajo que haría en el futuro. Él
condensó su sueño de grandeza y seguridad, en una simple declaración, la cual
implicaba que su sueño de grandeza y seguridad, ya había sido realizado. Luego
repitió la declaración una, y otra vez para sí mismo, hasta que la idea de grandeza
y seguridad llenaron su mente, y empujaron toda otra idea hacia afuera de su
conciencia. Estas, quizás, no hayan sido las palabras del Doctor Millikan, pero
fueron las que me dieron a mí, y parafraseo: “Yo Tengo un ingreso abundante,
estable, confiable, coherente con la integridad, y el beneficio mutuo.”
Como he
dicho repetidamente, todo depende de nuestra actitud hacia nosotros mismos.
Aquello que no afirmemos como verdadero de nosotros mismos, no puede
desarrollarse en nuestra vida. El Doctor Millikan escribió su sueño de grandeza
y seguridad en primera persona, en tiempo presente. Él no dijo: “Yo seré
grande; yo seré seguro”, porque eso hubiese implicado que él no era grande, ni
seguro. En vez de eso, él hizo de su futuro sueño, un hecho presente. “Yo
tengo”, dijo él, “un ingreso abundante, estable, confiable, coherente con la integridad
y el beneficio mutuo.”
El sueño futuro debe convertirse
en un hecho presente en la mente de aquel que busca realizarlo. Debemos
experimentar en la imaginación, lo que experimentaríamos en la realidad, en el caso
de haber logrado nuestro objetivo, porque el Alma, al imaginarse a sí misma en
una situación, toma los resultados de aquel acto imaginario. Si no se imagina a
sí misma dentro de la situación, siempre estará fuera de sus resultados.
Es el propósito de esta
enseñanza, elevarnos a un estado de conciencia más alto, estimular lo más alto
dentro nuestro, hacia la confianza en uno mismo, y la asertividad propia,
porque aquello que estimula lo más alto en nosotros, es nuestro maestro y
sanador. La primerísima palabra de corrección, o cura, es siempre: “Levántate”.
Si queremos entender el motivo de esta orden constante de la biblia, de:
“levántate”, debemos reconocer que el universo, comprendido internamente, es
una serie de niveles, y el hombre es lo que es, de acuerdo a donde él esté, en
esa serie. A medida que nos elevamos en la conciencia, nuestro mundo se
reorganiza a sí mismo, en armonía con el nivel al cual nos hemos elevado. Aquel
que se eleva desde su oración, hacia un hombre mejor, su oración ha sido
concedida.
Para cambiar el presente estado,
nosotros debemos, como el Doctor Millikan, elevarnos a un nivel de conciencia
más alto. Esta elevación se logra al afirmar que ya somos aquello que deseamos
ser; al asumir el sentimiento del deseo cumplido. El drama de la vida es uno
psicológico, el cual traemos a la existencia por nuestras actitudes, y no por
nuestros actos. No hay forma de escaparse de nuestro problema presente, excepto
por una transformación radical psicológica. Todo depende de nuestra actitud
hacia nosotros mismos, aquello que no afirmamos como verdadero de nosotros
mismos, no se desarrollará en nuestra vida.
Escuchamos mucho sobre el hombre
humilde, del hombre manso – pero, ¿A qué se refieren con hombre manso? Él no es
pobre, ni servil, el famoso conocido como: “tapete de entrada”, como
generalmente suponen que es. Los hombres que se igualan a los gusanos en su
propia perspectiva, han perdido la visión de aquella vida – a la semejanza de
lo cual es el verdadero propósito del espíritu para transformar esta vida. Los hombres
deberían tomar sus medidas, no desde la vida tal como la ven, sino de hombres
como el Doctor Millikan, quien, siendo pobre y sin haber probado aun su potencial,
se atrevió a asumir: “Yo Tengo un ingreso abundante, estable, confiable,
coherente con la integridad y el beneficio mutuo.” Tales hombres son los mansos
del Evangelio, los hombres que heredan la Tierra (Mateo 5: 5).
Cualquier concepto
del propio ser, menos que el Mejor, nos está robando la Tierra. La promesa es: “Sean
bendecidos los mansos, porque ellos heredarán la Tierra”. En el texto original,
la palabra traducida ‘manso’ es lo opuesto a las palabras: “resentido”, “enojado”.
Tiene el significado de convertirnos en: “domados”, así como el animal salvaje
es domado. Luego de haber domado a la mente, se la puede comparar con una vid,
de la cual se puede decir: “Observa a esta vid. La encontré como un árbol
salvaje, cuya fuerza desenfrenada se había desbordado en irregulares ramas.
Pero yo podé la planta, y creció templadamente en su vano derroche de inútiles
hojas, y se entretejió, como puedes ver, en estos plenos y limpios racimos,
para recompensar la mano que sabiamente
la hirió.”
Un hombre manso es un hombre
auto-disciplinado. Él está tan disciplinado, que solo ve lo excelente, solo
piensa lo mejor. Él es aquel que cumple con la sugerencia: “hermanos, todo lo
que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,
todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto
meditad.” (Filipenses 4: 8).
Nos elevamos a un nivel de
conciencia más alto, no porque hayamos evitado nuestras pasiones, sino porque
hemos cultivado nuestras virtudes. En realidad, un hombre manso es un hombre en
completo control de sus humores, y sus humores son los más elevados, porque él
sabe que debe sostener un humor elevado, si quiere caminar entre lo más alto.
Es mi creencia que todos los
hombres pueden, tal como el Doctor Millikan, cambiar el curso de sus vidas. Yo creo
que la técnica del Dr. Millikan, de hacer de su deseo, un hecho presente para
él mismo, es de gran importancia para cualquier buscador de la “verdad”. También
era su gran propósito ser de “beneficio mutuo”, ese es el objetivo inevitable
de todos nosotros. Es mucho más fácil imaginar el bien para todos, que ser intencionadamente
egoísta en nuestro imaginar. Por medio de nuestra imaginación, por medio de nuestras
afirmaciones, podemos cambiar nuestro mundo, podemos cambiar nuestro futuro. Para
el hombre con un gran objetivo, para el hombre disciplinado, esto es una medida
natural, así que convirtámonos todos en hombres disciplinados. El próximo domingo
por la mañana, el 15 de Julio, estaré hablando como invitado del Doctor Bailes,
a las 10:30, en el Teatro Fox-Wilshire, en el Wilshire Boulevard, cerca de La Ciénaga.
Mi tema para el próximo domingo es: “Cambiar tu Futuro”.
Es un tema muy cercano
al corazón de todos nosotros. Espero que todos ustedes vengan el domingo, para
aprender a cómo ser un hombre disciplinado, el hombre manso, que “cambia su
futuro” para el beneficio de su prójimo. Si eres observador, notarás el rápido eco
o respuesta, a cada humor tuyo en este mensaje, y serás capaz de conectarlo en
las circunstancias de tu vida diaria. Cuando estamos seguros de la relación entre
el humor, y las circunstancias en nuestras vidas, le daremos la bienvenida a
todo lo que nos sucede. Sabremos que todo lo que nos encontramos es parte de
nosotros mismos. En la creación de una nueva vida, debemos comenzar por el
comienzo, con un cambio de humor. Cada humor elevado del hombre, es el abrir de
la puerta a un nivel más alto para él. Moldeemos nuestras vidas sobre un humor
elevado, o una comunidad de humores elevados.
Los individuos, así como las
comunidades, crecen espiritualmente en proporción, a medida que se elevan a un
ideal más alto. Si sus ideales son rebajados, se hunden en sus profundidades;
si sus ideales son exaltados, son elevados a alturas inimaginables. Debemos mantener
un humor elevado, si queremos caminar entre lo más alto; las alturas también fueron
hechas para ser habitadas. Todas las formas de imaginación creativa, implican
elementos de sentir. Sentir es el fermento, sin el cual, no hay creación posible.
No hay nada malo en nuestro deseo de trascender nuestro estado actual. No existiría
el progreso en este mundo, si no fuera por la insatisfacción del hombre consigo
mismo. Es natural para nosotros, buscar una vida personal más hermosa; está
bien querer desear un mejor entendimiento, mejor salud, mejor seguridad. Se dijo
en el capítulo 16 del evangelio de Juan: “Hasta ahora nada habéis pedido en mi
nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo.” (Juan 16: 24).
La humanidad necesita un renacimiento
espiritual, pero por “renacimiento espiritual”, me refiero a una verdadera
actitud religiosa, una en la cual cada individuo, por sí mismo, acepta el desafío
de encarnar un nuevo, y más alto valor de sí mismo, tal como el Dr. Millikan
hizo. Una nación no puede exhibir ninguna sabiduría mayor en la masa, de lo que
genera en sus unidades. Por esta razón, siempre he predicado la auto-ayuda,
sabiendo que si nos esforzamos apasionadamente en este tipo de auto-ayuda, la
cual es personificar un nuevo, y más alto concepto de nosotros mismos, entonces
ahí cualquier otro tipo de ayuda estará a nuestro servicio.
El ideal al que servimos, y
esperamos lograr, está listo para una nueva encarnación: pero a menos que le
ofrezcamos paternidad humana, es imposible que nazca. Debemos afirmar que ya
somos aquello que esperamos ser, y vivir como si ya lo fuésemos, sabiendo, como
el Dr. Millikan, que nuestra asunción, aunque falsa para el mundo externo, si
se persiste en ella, se materializará en hechos.
El hombre perfecto no juzga por
las apariencias: él juzga justamente. Él se ve a sí mismo y a otros, como desea
ser él mismo y otros. Él escucha lo que quiere escuchar. Él ve y escucha, solo
lo bueno. Él conoce la verdad, y la verdad lo libera, y lo guía hacia el bien. La
verdad liberará a toda la humanidad. Este es nuestro renacimiento espiritual. El
Carácter es mayormente el resultado de la dirección, y persistencia, de la atención
voluntaria.
“Piensa en la verdad, y tus
pensamientos alimentarán el hambre del mundo;
Habla en la verdad, y cada palabra tuya será semilla fructífera;
Vive en la verdad, y tu vida será un gran y noble credo.”
Nombre original en inglés de la charla: BE WHAT YOU WISH; BE WHAT YOU BELIEVE
July, 1951
YY
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