(Título original: FREEDOM FOR ALL)
NEVILLE GODDARD
TRADUCIDO POR: LAURA ARROJO.
PRÓLOGO
La opinión pública no sostendrá por largo tiempo una teoría que no
funciona en la práctica. Hoy en día, probablemente más que nunca antes, el
hombre demanda la evidencia de la verdad, aun de su más alto ideal. Para la
satisfacción definitiva, el hombre debe encontrar un principio que sea para él,
un camino de vida, un principio que él pueda experimentar como verdad.
Creo haber descubierto tal principio en la más importante de todas las
escrituras sagradas, La Biblia. Obtenido de mi propia iluminación mística, este
libro revela la verdad escondida dentro de las historias del viejo y nuevo
Testamento por igual.
Brevemente, el libro expone que la conciencia es la única realidad, que
la conciencia es la causa, y la manifestación es el efecto. Lleva a la atención
del lector constantemente a este hecho, para que el lector pueda poner siempre
primero lo primero.
Habiendo establecido el fundamento que un cambio de conciencia es
esencial para poder obtener un cambio de expresión, este libro explica al
lector una docena de diferentes formas para obtener tal cambio de conciencia.
Éste es un principio realista y constructivo que funciona. La revelación
que contiene, si se aplica, te hará libre.
CAPITULO 1
LA UNIDAD DE DIOS
ESCUCHA, Oh Israel: El Señor nuestro Dios es un solo Señor.
Escucha, Oh Israel:
Escucha, Oh, hombre hecho de la misma sustancia de Dios:
¡Tú y Dios son uno e indivisible!
El hombre, el mundo y todo lo que hay en él son estados condicionados
Del único incondicionado, Dios.
Tú eres éste único;
Tú eres Dios condicionado como hombre.
Todo lo que crees que Dios es, tú lo eres;
Pero tú nunca sabrás que esto es cierto,
Hasta que no dejes de declararlo como si fuera otro,
Y reconozcas que este aparente otro, eres tú mismo.
Dios y el hombre,
Espíritu y materia,
Lo amorfo y lo formado,
El creador y la creación,
La causa y el efecto,
Tu Padre y tú son uno.
Este uno, en quien todos los estados condicionados viven y se mueven
Y tienen a su ser,
Es tu YO SOY,
Tu incondicional conciencia.
Conciencia incondicionada es Dios, la única realidad. Por conciencia
incondicionada me refiero a una sensación de conciencia; una sensación de saber
que YO SOY, aparte de saber quién SOY; la conciencia de ser, divorciado de
aquello de lo que soy consciente de ser.
Yo SOY consciente de ser un hombre, pero no necesito ser un hombre para
estar consciente de ser. Antes de hacerme consciente de ser alguien, Yo,
conciencia incondicionada, era consciente de ser, y esta conciencia no depende
de ser alguien. YO SOY auto-existente, conciencia incondicionada; yo me hice
consciente de ser alguien; y yo me haré consciente de ser otro, de quien ahora
soy consciente de ser; pero YO SOY eternamente consciente de ser, ya sea que
soy amorfo incondicionado, o forma condicionada.
Como el estado condicionado, Yo (el hombre), podré olvidar quién soy, o
dónde estoy, pero no puedo olvidar que YO SOY.
Este saber que YO SOY, esta conciencia de ser, es la única realidad.
Esta conciencia incondicionada, el YO SOY, es esa realidad conocida en
la cual todos los estados condicionados - conceptos de mí mismo- comienzan y
terminan, pero que siempre permanecerá el desconocido ser conocedor cuando todo
lo conocido cese de existir.
Este desconocido ser conocedor, o conciencia incondicionada, es mi
verdadero ser, y la única realidad. YO SOY la incondicionada realidad,
condicionada como aquello que yo creo ser. YO SOY el creyente limitado por mis
creencias, el conocedor definido por lo conocido.
El mundo es mi conciencia condicionada materializada.
Aquello que yo siento y creo como verdadero de mí mismo, es ahora
proyectado en el espacio como mi mundo.
El mundo - mi ser reflejado- siempre da testimonio del estado de
conciencia en el que vivo.
No hay azar o accidente responsable por las cosas que me suceden o en el
ambiente en el que me encuentro. Tampoco es el destino predestinado el autor de
mis fortunas o mis desgracias. La inocencia y la culpa son meras palabras que
no significan nada para la ley de la conciencia, excepto que reflejan el estado
de conciencia mismo.
La conciencia de la culpa convoca la condenación. La conciencia de falta
produce pobreza.
El hombre materializa eternamente el estado de conciencia en el que
permanece, pero de alguna manera u otra, él se ha confundido en la
interpretación de la ley de causa y efecto.
Él se ha olvidado de que es el estado interno lo que causa la
manifestación de lo externo - “Como adentro, así es afuera” (“Correspondencia”,
el segundo de Los Siete Principios de Hermes Trismegistus). Y en su falta de
memoria, él cree que un Dios externo tiene sus propias peculiares razones por
las cuales hace las cosas, estando tales razones, fuera de la compresión del
mero hombre; o él cree que la gente está sufriendo a causa de errores del
pasado que han sido olvidados por la mente consciente; u otra vez, que el ciego
azar, por sí solo, juega el papel de Dios.
Un día el hombre se dará cuenta que su propia YO-SOYDAD es el Dios que
él ha estado buscando a través de los siglos, y que su propio sentido de
conciencia - su conciencia de ser - es la única realidad.
La cosa más difícil de comprender realmente para el hombre, es esta: Que
la “YO-SOYDAD” en él mismo, es Dios. Es su verdadero ser, o estado del Padre,
el único estado del que puede estar seguro. El Hijo, su concepto de sí mismo,
es una ilusión. Él siempre sabe que él ES, pero aquello que él es, es una
ilusión creada por él mismo (el Padre) en un intento de auto-definirse.
Este descubrimiento revela que todo lo que yo he creído que Dios era, YO
SOY.
“YO SOY la resurrección y la vida” (Juan 11: 25) es una declaración de
hecho respecto a mi conciencia, porque mi conciencia resucita o hace
visiblemente vivo aquello de lo que soy consciente de ser.
“YO SOY la puerta. (Juan 10: 2, 7 y 9)... todo lo que ha venido antes
que yo eran ladrones y bandidos” (Juan 10: 8), me muestra que mi conciencia es
la única entrada al mundo de la expresión, que al asumir la conciencia de ser o
poseer la cosa que yo deseo ser o poseer, es la única manera en que yo puedo
serlo o poseerlo; que cualquier intento de expresar este estado deseado por
otros medios que no sean asumiendo la conciencia de serlo o poseerlo, es ser
robado de la alegría de la expresión y posesión.
“YO SOY el principio y el fin” (Apocalipsis 1: 8 y, 22: 13) revela a mi
conciencia como la causa del nacimiento y de la muerte de toda expresión.
“YO SOY me ha enviado” (Éxodo 3: 14) revela que mi conciencia es el
Señor que me envía al mundo en la imagen y semejanza de aquello que soy
consciente de ser, para vivir en un mundo compuesto por todo lo que soy
consciente de ser.
“YO SOY el Señor, y fuera de mi
no hay otro Dios” (Isaías 45: 5), declara a mi conciencia como el único Señor,
y fuera de mi conciencia no hay otro Dios.
“Aquiétate, y sabed que YO SOY Dios” (Salmos 46: 10) significa que debo
aquietar la mente y saber que esa conciencia es Dios.
“No tomarás el nombre del Señor
tu Dios en vano” (Éxodo 20: 7), “YO SOY el Señor: ése es Mi Nombre” (Isaías 42: 8). Ahora que tú has
descubierto tu YO SOY, tu conciencia de ser Dios, no afirmes nada como
verdadero de ti mismo que tú no afirmarías como verdadero de Dios, porque en
definirte a ti mismo, tú estás definiendo a Dios.
Aquello que eres consciente de ser es aquello con lo que has nombrado a Dios. Dios y el
hombre son uno. Tú y tu Padre son uno (Juan 10: 30).
Tu conciencia incondicionada, o YO SOY, y aquello que eres consciente de
ser, son uno.
El que concibe y la concepción son uno. Si tu concepto de ti mismo es
menos de lo que tu afirmas como verdadero de Dios, tú le has robado a Dios el
Padre, (véase Filipenses 2: 6), porque tú (el Hijo o concepción) da testimonio
del Padre o "el que concibe". No tomes al mágico nombre de Dios, YO
SOY, en vano, porque no se te tendrá por inocente; tú debes expresar todo lo
que afirmas que eres.
Nombra a Dios al definirte conscientemente como tú más alto ideal.
CAPITULO 2
EL NOMBRE DE DIOS
No hay suficientes veces en que pueda ser declarado, que la conciencia
es la única realidad, porque esta es la verdad que hace al hombre libre.
Este es el fundamento sobre el cual toda la estructura de la literatura
bíblica yace. Las historias de la Biblia son todas revelaciones místicas
escritas en un simbolismo Oriental que revela al intuitivo, los secretos de la
creación y la fórmula de escape. La biblia es el intento del hombre para
expresar en palabras la causa y manera de la creación. El hombre descubrió que
su conciencia era la causa o creador de su mundo, así que él procedió a contar
la historia de la creación en una serie de historias simbólicas conocidas por
nosotros hoy en día como la Biblia.
Para entender este, uno de los más grandiosos libros, tú necesitas un
poco de inteligencia y mucha intuición - inteligencia suficiente para que te
permita leer el libro, e intuición suficiente para interpretar y entender lo
que lees.
Tú te preguntarás por qué la biblia fue escrita simbólicamente. ¿Por qué
no fue escrita de manera clara y simple para que todos los que la lean puedan
entenderla? Ante estas preguntas yo respondo que todos los hombres hablan
simbólicamente a esa parte del mundo que difiere de la suya.
El lenguaje del Occidente es claro para nosotros los del Occidente, pero
es simbólico para el Este; y viceversa. Un ejemplo de esto lo podemos encontrar
en esta instrucción del habitante del Este: “Y si tu mano te ofende, córtala”
(Marcos 9: 43). Él habla de la mano, no como la mano del cuerpo, pero como
cualquier forma de expresión, y por lo tanto él te advierte que dejes esa
expresión en tu mundo que sea ofensiva para ti. Al mismo tiempo, el hombre del
Oeste, podría confundir sin intención, al hombre del Este al decir: “Este banco
está en las rocas”. Porque la expresión: “en las rocas”, al que habita en el
Oeste, le es equivalente a la bancarrota, mientras que una roca para el
habitante del Este, es un símbolo de fe y seguridad. “Por tanto, cualquiera que
oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre
sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los
torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque
había sido fundada sobre la roca.” (Mateo 7: 24, 25).
Para entender realmente el mensaje de la Biblia debes tener en cuenta
que fue escrita por la mente del Este y por lo tanto no puede ser tomada
literalmente por los habitantes del Oeste. Biológicamente, no existe diferencia
entre el Este y el Oeste. El amor y el odio son iguales; el hambre y la sed son
iguales; la ambición y el deseo son iguales; pero la técnica de expresión es
vastamente diferente.
Lo primero que debes descubrir si deseas desbloquear el secreto de la
Biblia, es el significado del nombre simbólico del creador, quien es conocido
por todos como Jehová. Esta palabra “Jehová” está compuesta por cuatro letras
hebreas - YOD HE VAU HE. Todo el secreto de la creación está escondido en este nombre.
La primera letra, YOD, representa el estado absoluto o conciencia
incondicionada; la sensación de conciencia indefinida; esa completa
integración, de la cual proviene toda la creación o estados condicionados de la
conciencia.
En la terminología de hoy, YOD es: YO SOY, o conciencia incondicionada.
La segunda letra, HE, representa el único Hijo engendrado, un deseo, un
estado imaginado. Simboliza una idea; un estado subjetivo definido o imagen
mental clarificada.
La tercera letra, VAU, simboliza el acto de unificar o juntar al que
concibe, (YOD), la conciencia que desea, a la concepción, (HE), el estado
deseado, así es que el que concibe y la concepción se convierten en uno.
Fijar un estado mental, definirte conscientemente a ti mismo como el
estado deseado, impresionar en ti mismo el hecho de que ya eres ahora aquello
que has imaginado o concebido como tu objetivo, es la función de VAU. Clava o
une la conciencia que desea con la cosa deseada. El proceso de ‘cementar’ o
unir, es logrado subjetivamente al sentir la realidad de aquello que todavía no
ha sido materializado.
La cuarta letra, HE, representa la materialización de este acuerdo
subjetivo. El YOD HE VAU, hace al hombre o al mundo manifestado (HE), en la
imagen y semejanza de sí mismo, el estado consciente subjetivo. Así que la
función del HE final, es dar testimonio objetivamente del estado subjetivo: YOD
HE VAU.
La conciencia condicionada continuamente está manifestándose a sí misma
en la pantalla del espacio.
El mundo es la imagen y semejanza del estado consciente subjetivo que lo
creó.
El mundo visible no puede hacer nada por sí mismo; solo da registro de
su creador, el estado subjetivo.
Es el Hijo visible (HE) dando testimonio de su Padre, Hijo y Madre
invisibles - YOD HE VAU - la Santa Trinidad que tan solo puede ser vista cuando
se hace visible como hombre o manifestación.
Tu conciencia incondicionada, (YOD), es tu YO SOY, que visualiza o
imagina un estado deseado, (HE), y luego se hace consciente de ser ese estado
imaginado al sentirse a sí misma y creer que ya es el estado imaginado. La
unión consciente entre tú, quien desea, y aquello que tú deseas ser, es posible
a través de VAU, o tu capacidad de sentir y percibir.
Creer es simplemente vivir en el sentimiento de realmente ser el estado
imaginado - al asumir la conciencia de ser el estado deseado. El estado
subjetivo simbolizado como YOD HE VAU luego se materializa a sí mismo como HE,
y por lo tanto completando así el misterio del nombre del creador y su
naturaleza, YOD HE VAU HE, (Jehová).
YOD, es estar consciente; HE, es estar consciente de algo; VAU, es estar
consciente como, o estar consciente de ser aquello de lo único que estabas
consciente. El segundo HE es tu mundo visible materializado que está hecho en
imagen y semejanza del: YOD HE VAU, o aquello de lo que estabas consciente de
ser.
“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza” (Génesis 1: 26). Hagamos, YOD HE VAU, la manifestación objetiva,
(HE), a nuestra imagen, la imagen del estado subjetivo.
El mundo es la semejanza manifestada, del estado subjetivo consciente,
en el cual la conciencia permanece.
Este entendimiento de que la conciencia es la única realidad es el
fundamento de la Biblia.
Las historias de la Biblia son intentos de revelar en lenguaje
simbólico, los secretos de la creación, así como también mostrar al hombre la
única fórmula para escapar de todas sus propias creaciones.
Este es el verdadero significado del nombre Jehová, el nombre por el
cual todas las cosas son hechas, y sin el cual, nada de lo que ha sido hecho
fue hecho. (Juan 1: 3).
Primero, tu eres consciente; luego tú te haces consciente de algo; luego
tú te haces consciente de ser aquello de lo que estabas consciente; luego
observas objetivamente aquello de lo que estabas consciente de ser.
CAPITULO 3
LA LEY DE LA CREACION
Tomemos una de las historias de la Biblia y veamos como los profetas y
escritores del antiguo revelaron la historia de la creación por medio de este
extraño simbolismo del Este.
Todos conocemos la historia de Noé y del Arca; que Noé fue elegido para
crear un nuevo mundo luego de que el mundo había sido destruido por la
inundación.
La Biblia nos cuenta que Noé tenía tres hijos, Sem, Cam y Jafet.
(Génesis 6: 10).
El primer hijo es llamado Sem, que significa nombre. Cam, el segundo
hijo significa cálido, vivo. El tercer hijo se llama Jafet, que significa
extensión. Tú observarás que Noé y sus tres hijos Sem, Cam y Jafet, contienen
la misma fórmula de la creación, como la contiene el nombre divino: YOD HE VAU
HE.
Noé, el Padre, el que concibe, el constructor del nuevo mundo, es
equivalente al YOD, o conciencia incondicionada, YO SOY. Sem es tu deseo;
aquello de lo que eres consciente; aquello a lo que nombras y defines como tu
objetivo, y es equivalente a la segunda letra en el nombre divino (HE). Cam es
el estado cálido y vivo de sentir, que unifica o amarra juntas, a la conciencia
que está deseando con la cosa deseada, y es por lo tanto, equivalente a la
tercera letra en el nombre divino, VAU. El último hijo, Jafet, significa
extensión, y es el estado extendido o materializado dando testimonio del estado
subjetivo, y es equivalente a la última letra del nombre divino, HE.
Tú eres Noé, el conocedor, el creador.
La primer cosa que tu engendras es una idea, una ansia, un deseo, la
palabra, o tu primer hijo Sem (nombre).
Tu segundo hijo Cam (cálido, vivo) es el secreto de SENTIR, a través del
cual eres unido subjetivamente a tu deseo para que tú, la conciencia deseando,
te hagas consciente de ser o poseer la cosa deseada.
Tu tercer hijo, Jafet, es la confirmación, la prueba visible de que tú
sabes el secreto de la creación.
Él es la extensión, o el estado manifestado, dando testimonio del estado
invisible o subjetivo en el que tú permaneces.
En la historia de Noé, se ha escrito que Cam vio los secretos de su
Padre (Génesis 9: 22), y, a causa de su descubrimiento, él fue obligado a
servirle a sus hermanos, Sem y Jafet (Génesis 9: 25). Cam, o sentimiento, es el
secreto del Padre, tu YO SOY, porque es a través de sentir que la conciencia
deseando es unida a la cosa deseada.
La unión consciente, o matrimonio místico, se hace posible solo a través
del sentimiento.
Es Sentir, lo que desempeña a esta unión celestial del Padre y el Hijo,
Noé y Sem, conciencia incondicionada y conciencia condicionada.
Al desempeñar este servicio, sentir automáticamente sirve a Jafet, el
estado extendido o expresado, porque no puede haber expresión materializada a
menos que primero haya una impresión subjetiva.
Sentir la presencia de la cosa deseada, realizar subjetivamente un
estado al impresionar en ti mismo, a través del sentimiento, un estado
consciente definitivo, es el secreto de la creación.
Tu presente mundo materializado es Jafet, el cual fue hecho visible por
Cam. Por lo tanto Cam sirve a sus hermanos Sem y Jafet, porque sin el
sentimiento, que simboliza a Cam, la idea o cosa deseada (Sem) no puede hacerse
visible como Jafet.
La habilidad de sentir lo invisible, la habilidad de realizar y de hacer
real un estado subjetivo definitivo a través de la sensación del sentimiento es
el secreto de la creación, el secreto por el cual la palabra o deseo invisible
es hecho visible - es hecho carne (Juan 1: 14). “Y Dios llama a las cosas que
no existen, como si existieran.” (Romanos 4: 17).
La conciencia llama a las cosas que no existen como si existieran, y
hace esto al primero definirse a sí misma como aquello que desea expresar, y
segundo al permanecer dentro del estado deseado hasta que lo invisible se hace
visible.
Aquí está la ley trabajando a la perfección, según la historia de Noé.
En este preciso momento tú eres consciente de ser. Esta consciencia de ser,
este saber de que tú eres, es Noé, el creador.
Ahora, con la identidad de Noé establecida como tu propia conciencia de
ser, nombra a algo que te gustaría poseer o expresar; define algo objetivo
(Sem), y con tu deseo claramente definido, cierra los ojos y siente que ya lo
tienes o que ya lo estás expresando.
No preguntes cómo puede hacerse; simplemente siente que ya lo tienes.
Asume la actitud de la mente que tu tendrías si ya lo poseyeras, para
que tu sientas que ya está hecho.
Sentir es el secreto de la creación.
Se tan sabio como Cam, y haz este descubrimiento de que tú también
puedes tener la alegría de servir a tus hermanos Sem y Jafet; la alegría de
encarnar la palabra o el nombre.
CAPITULO 4
EL SECRETO DE SENTIR
El secreto de sentir o de llamar lo invisible a que se haga estados
visibles, es hermosamente contado en la historia de Isaac bendiciendo a su
segundo hijo Jacob, creyendo que estaba bendiciendo a su primer hijo Esaú,
basado solamente en el sentir. (Génesis 27: 1 al 35).
Fue escrito que Isaac, que estaba viejo y ciego, sintió que estaba por
irse de este mundo, y deseando bendecir a su primer hijo Esaú antes de morir,
mandó a Esaú a cazar venado de sabrosa carne con la promesa de que cuando
vuelva de la caza, recibiría la bendición de su padre.
Ahora, Jacob, quien deseaba el derecho de nacimiento a través de la
bendición de su padre, escuchó el pedido de su padre ciego por carne de venado
y su promesa a Esaú. Así que cuando Esaú se fue a cazar venado, Jacob mató a un
cabrito del rebaño de su padre, y se
vistió con él.
Poniendo la piel sobre su cuerpo suave y sin pelo, para dar la sensación
del áspero y peludo hermano Esaú, él trajo el cabrito preparado y sabroso a su
padre ciego Isaac. Isaac, que dependía solamente de su sensación de sentir,
tomó erróneamente a su segundo hijo Jacob por su primer hijo Esaú, y pronunció
su bendición sobre Jacob. Cuando Esaú volvió de la caza, se enteró de que su
hermano de piel suave y pelada Jacob lo había suplantado, así que apeló a su
padre por justicia; pero Isaac le respondió diciendo: “Tu hermano vino con
engaño, y se ha llevado tu bendición. (Génesis 27: 35). He aquí, yo lo he
puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus parientes” (Génesis
27: 37).
La simple decencia humana le debería decir al hombre que esta historia
no puede ser tomada literalmente. ¡Debe haber un mensaje escondido para el
hombre, en alguna parte de este acto desleal y despreciable de Jacob! El
mensaje escondido, la fórmula del éxito enterrada en esta historia fue
intuitivamente revelada al escritor de esta manera. Isaac, el padre ciego, es
tu conciencia, tu conciencia de ser.
Esaú, el hijo con pelos, es tu mundo materializado presente - el áspero
o que se siente por los sentidos; el momento presente; el presente ambiente; tu
concepto presente de ti mismo; en pocas palabras, el mundo que tú conoces por
la razón o por tus sentidos objetivos. Jacob, el joven de piel suave sin pelos,
el segundo hijo, es tu deseo o estado subjetivo, una idea no encarnada aun, un
estado subjetivo que es percibido y sentido pero todavía no materializado ni
visto; un punto en el tiempo y espacio removido del presente. En pocas
palabras, Jacob es tu objetivo definido. El joven de piel suave Jacob - o
estado subjetivo buscando ser materializado o el derecho de nacer - cuando se
siente propiamente, o es bendecido por su padre (cuando se siente
conscientemente y se fija como real), se materializa; y al hacerlo él suplanta
al áspero, peludo Esaú, o el estado materializado anteriormente. Dos cosas no
pueden ocupar un mismo lugar al mismo tiempo, así que cuando lo invisible se
hace visible, el estado anteriormente visible desaparece.
Tu conciencia es la causa de tu mundo. El estado consciente en el cual
tú permaneces determina el tipo de mundo en el que vives. Tu presente concepto
de ti mismo está ahora materializado como tu ambiente, y este estado simboliza
a Esaú, el peludo, el que se siente con los sentidos; el primer hijo. Aquello
que deseas ser o poseer es simbolizado como tu segundo hijo, Jacob, el joven de
piel suave y sin pelos, que todavía no es visto pero es sentido y percibido
subjetivamente, y éste, si es tocado de la manera correcta, suplantará a su
hermano Esaú, o tu mundo presente.
Siempre ten en cuenta el hecho de que Isaac, el padre de estos dos
hijos, o estados, es ciego. Él no ve a su hijo Jacob de piel suave; él tan solo
lo siente.
Y a través del sentido de tocar él realmente le cree a Jacob, el
subjetivo, en que es Esaú, el real, el materializado.
Tu no ves a tu deseo materializado, tú simplemente lo sientes (lo tocas)
subjetivamente.
Tú no toqueteas en el espacio en búsqueda de un estado deseable. Tal
como Isaac, tú te sientas quieto y envías a tu primer hijo a cazar, al remover
tu atención de tu mundo materializado.
Luego en la ausencia de tu primer hijo, Esaú, tú invitas al estado
deseable, tu segundo hijo, Jacob, para que se acerque, así lo puedes sentir.
“Te ruego que te acerques para palparte, hijo mío” (Génesis 27: 21). Primero,
tú estás consciente de él en tu ambiente inmediato; luego tú lo traes más y más
y más cerca, hasta que lo percibes y lo sientes en tu presencia inmediata a
punto tal que es tan real y natural para ti. “Si dos de vosotros se ponen de
acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho
por mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 18: 19).
Los dos se ponen de acuerdo a través del sentido de palpar; y el acuerdo
es establecido en la tierra - es materializado; es hecho real.
Los dos que se ponen de acuerdo son Isaac y Jacob - tú y aquello que
deseas; y el acuerdo es hecho solamente con el sentido de palpar.
Esaú simboliza tu mundo presente materializado, ya sea uno placentero o
no.
Jacob simboliza todos y cualquiera de los deseos de tu corazón.
Isaac simboliza a tu verdadero ser - con tus ojos cerrados al mundo
presente - en el acto de percibir y sentirte a ti mismo siendo o poseyendo
aquello que tú deseas ser o poseer.
El secreto de Isaac - el estado que percibe y siente - es simplemente el
acto de separar mentalmente lo que se siente con los sentidos (tu estado
presente físico) de lo que se siente sin los sentidos (aquello que tu deseas
ser).
Con los sentidos físicos completamente apagados, Isaac lo hizo; y tú
puedes hacer que lo que no se siente con los sentidos (el estado subjetivo)
parezca real o conocido por los sentidos, porque la fe es conocimiento.
Conocer la ley de auto-expresión, la ley por la cual lo invisible se
hace visible, no es suficiente.
Debe ser aplicada; y éste es el método de aplicación.
Primero: Envía a tu primer hijo Esaú - tu mundo presente materializado,
o problema - a cazar. Esto se logra al simplemente cerrar tus ojos y quitar tu
atención de las limitaciones materializadas. A medida que tus sentidos son
removidos de tu mundo materializado, éste desaparece de tu conciencia, o se va
de caza.
Segundo: con tus ojos todavía cerrados y tu atención quitada del mundo
que te rodea, fija conscientemente el tiempo natural y espacio para la
realización de tu deseo.
Con tus sentidos físicos cerrados a tu presente ambiente, tú puedes
sentir y percibir la realidad de cualquier punto en el tiempo o espacio, porque
ambos son psicológicos y pueden ser creados a voluntad.
Es de vital importancia que la condición natural de tiempo-espacio de
Jacob, es decir, el tiempo y espacio natural para la realización de tu deseo,
sea primero fijado en tu conciencia.
Si el domingo es el día en el cual la cosa deseada debe ser realizada,
entonces el domingo debe ser fijado en la conciencia ahora.
Simplemente comienza a sentir que es domingo hasta que el silencio y la
naturalidad del domingo es conscientemente establecida.
Tú tienes asociaciones definitivas con los días, semanas, meses y
temporadas del año. Tú has dicho una y otra vez: “Hoy se siente como domingo, o
lunes, o sábado; o esto se siente como la primavera, o el verano, o el otoño, o
el invierno”. Esto te debería convencer de que tú tienes impresiones
definitivas y conscientes que tú asocias con los días, semanas y temporadas del
año.
Luego, a causa de estas asociaciones, tú puedes seleccionar cualquier
tiempo deseable, y al recordar la impresión consciente asociada con dicho
tiempo, tú puedes hacer una realidad subjetiva de ese tiempo, ahora.
Haz lo mismo con el espacio. Si en la habitación en la que estás sentado
no es la habitación en donde la cosa deseada sería naturalmente situada o
realizada, siéntete a ti mismo en la habitación o lugar donde sería natural.
Fija conscientemente la impresión de este tiempo y espacio antes de que
comiences el acto de sentir y percibir la cercanía, la realidad, y la posesión
de la cosa deseada. No importa si el lugar deseado está a diez mil millas de
distancia o si está tan solo a la vuelta de la esquina, tú debes fijar en la
conciencia el hecho de que, justo en donde estás sentado, es el lugar deseado.
Tú no haces un viaje mental; tú colapsas el espacio. Siéntate en
silencio donde tú estás y, has del: “allí-dad” - el: “aquí-dad”. Cierra tus
ojos y siente que el mismísimo lugar donde tú estás, es el lugar deseado;
siente y percibe su realidad hasta que este hecho esté impreso conscientemente
en ti, porque tu conocimiento de este hecho, está basado solamente en tu sensibilidad
subjetiva.
Tercero: En la ausencia de Esaú (el problema) y con el tiempo-espacio
natural ya establecido, tú invitas a Jacob (la solución) para que venga y llene
este espacio - para que venga y suplante a su hermano.
En tu imaginación, observa a la cosa deseada. Si no puedes visualizarla,
siente el esquema general del deseo; contémplalo. Luego mentalmente acércalo a
ti. “Te ruego que te acerques para palparte, hijo mío”.
Siente la cercanía del deseo; siente que está en tu inmediata presencia;
siente la realidad y la solidez que tiene; siéntelo y obsérvalo naturalmente
ubicado en la habitación en la que estás sentado, siente la excitación de
realmente haberlo logrado, y la alegría de poseerlo.
Ahora, abre los ojos. Esto te trae de vuelta a tu mundo físico - el
mundo áspero, o que se siente con los sentidos. Tu hijo velludo Esaú ha vuelto
de la caza, y por su presencia misma te dice que tú has sido engañado por tu
hijo de piel suave Jacob - el sentido subjetivamente y psicológicamente.
Pero, como Isaac, cuya confianza estaba basada en el conocimiento de
esta ley incambiable, tú también dirás: “He aquí, yo lo he puesto por señor
tuyo, y le he dado por siervos a todos sus parientes”.
Eso significa que, aunque tus problemas aparentan ser fijos y reales, tú
has sentido el estado subjetivo y psicológico como real, a punto tal que
recibiste la excitación de esa realidad; tú has experimentado el secreto de la
creación porque tú has sentido la realidad de lo subjetivo.
Tú has fijado un estado definitivo psicológico que, a pesar de toda
oposición o precedente, se materializará a sí mismo, y por lo tanto cumpliendo
el nombre de Jacob - el suplantador.
Aquí hay un par de ejemplos prácticos de este drama.
Primero: La bendición, o el hacer realidad una cosa.
Siéntate en tu sala de estar, y nombra algún mueble, o alfombra o
lámpara que te gustaría tener en esta habitación en particular. Observa a esa
área de la habitación donde tú quisieras ponerlo si lo tuvieras. Cierra los
ojos y deja que, todo lo que ahora ocupa esa área de la habitación,
desaparezca. En tu imaginación, mira a esta área como espacio vacío - no hay
absolutamente nada allí. Ahora comienza a llenar este espacio con el mueble
deseado; siente y percibe que lo tienes en esta misma área, imagina que estás viendo
aquello que tú deseas ver. Continúa en esta conciencia hasta que sientas la
excitación de poseerlo.
Segundo: La bendición, o el hacer realidad un lugar.
Tú ahora, estás sentado en tu departamento en la Ciudad de Nueva York,
contemplando la alegría que tendrías si tú estuvieras en un crucero navegando a
través del gran Atlántico. “Y si me voy y preparo un lugar para vosotros,
vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí
estéis también vosotros.” (Juan 14: 2 y 3). Tus ojos están cerrados; tú has
liberado conscientemente el departamento de Nueva York, y en su lugar, sientes
y percibes que tú estás en un crucero. Tú estás sentado en una reposera; no hay
nada alrededor tuyo, más que el vasto Atlántico. Fija la realidad de este barco
y del océano, para que en este estado, tú puedas recordar mentalmente, aquel
día en que tú estabas sentado en tu departamento de Nueva York, soñando con
este día en el mar. Recuerda la imagen mental de ti mismo sentado ahí, en Nueva
York, soñando con este día. En tu imaginación, mira a la imagen de la memoria
de ti mismo sentado allí atrás, en tu departamento de Nueva York. Si tienes
éxito en mirar hacia atrás, a tu departamento en Nueva York sin regresar
conscientemente allí, entonces tú has preparado exitosamente la realidad de
este viaje.
Permanece en este estado consciente, sintiendo la realidad del barco y
del océano; siente la alegría de este logro - luego abre tus ojos.
Tú te has ido, y has preparado el lugar; tú has fijado un estado
psicológico definitivo, y donde tú estás en la conciencia, allí también estarás
en el cuerpo.
Tercero: La bendición, o el hacer realidad un punto en el tiempo.
Tú abandonas conscientemente este día, mes, o año, según sea el caso, y
tú imaginas que ahora es aquel día, mes, o año, en que tú deseas experimentar.
Tú sientes y percibes la realidad del tiempo deseado, al impresionar sobre ti
mismo el hecho de que se ha cumplido ahora. A medida que sientes la naturalidad
de este tiempo, tú comienzas a sentir la excitación de haber realizado
completamente aquello que, antes de que comiences este viaje psicológico en el
tiempo, tú deseabas experimentar como éste tiempo.
Con el conocimiento de tu poder para bendecir, tú puedes abrir las
puertas de cualquier prisión - de la prisión de enfermedad o de pobreza, o de
una monótona existencia.
“El Espíritu del Señor Dios
está sobre mí, porque me ha ungido el Señor
para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los
quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a
los prisioneros.” (Isaías 61: 1, Lucas 4: 18).
CAPITULO 5
EL SABBAT
“Seis días se trabajará, pero en el séptimo día será para ti un día
santo, el Sabbat de reposo para el Señor” (Éxodo 31: 15, Levítico 23: 3).
Estos seis días no son periodos de veinticuatro horas en el tiempo.
Estos simbolizan el momento psicológico en que un estado subjetivo definitivo
es fijado.
Estos seis días de trabajo son experiencias subjetivas, y
consecuentemente no pueden ser medidos por el tiempo sideral, porque el
verdadero trabajo de fijar un estado psicológico definitivo es hecho en la
conciencia.
El tiempo que pasas definiéndote conscientemente como aquello que deseas
ser es la medida de estos seis días.
Un cambio de conciencia es el trabajo hecho en estos seis días
creativos; un ajuste psicológico, que no es medido por el tiempo sideral pero
por un logro real (subjetivo).
Así como la vida, en retrospectiva, es medida no por los años sino por
el contenido de esos años, así también es medido este intervalo psicológico -
no por el tiempo usado para hacer el ajuste, sino por el logro de ese
intervalo.
El verdadero significado de seis días de trabajo (creación) es revelado
en el misterio de VAU, la cual es la sexta letra en el alfabeto hebreo, y la
tercera letra en el nombre divino - YOD HE VAU HE.
Como lo expliqué previamente en el misterio del nombre de Jehová, VAU significa
clavar, o unir.
El creador es unido a su creación a través del sentimiento; y el tiempo
que te lleva a ti en fijar un sentimiento definitivo es la verdadera medida de
estos seis días de creación.
Separarte mentalmente de tu mundo materializado, y apegándote, a través
del secreto de sentir, a tu estado subjetivo, es la función de la sexta letra
del alfabeto hebreo VAU, o los seis días de trabajo.
Siempre hay un intervalo entre la impresión fijada, o estado subjetivo,
y la expresión exteriorizada de ese estado.
El intervalo se llama el Sabbat.
El Sabbat es el descanso mental que sigue luego de la fijación del
estado psicológico; es el resultado de tus seis días de trabajo.
“El Sabbat fue hecho para el hombre” (Marcos 2: 27). Este descanso
mental, que viene luego de una exitosa impregnación consciente, es el periodo
de embarazo mental; un periodo que fue hecho con el propósito de incubar la
manifestación.
Fue hecho para la manifestación; la manifestación no fue hecha para él.
Automáticamente tú guardas al Sabbat, como el día de descanso - un
periodo de descanso mental - si tienes éxito en lograr tus seis días de
trabajo.
No puede haber un Sabbat, un séptimo día, un periodo de descanso mental,
hasta que los seis días se terminen - hasta que el ajuste psicológico se logre
y la impresión mental se haga completamente.
El hombre es advertido de que si falla en guardar el Sabbat, si falla en
entrar en el descanso de Dios, él también fallará en recibir la promesa - él
fallará en realizar sus deseos.
El motivo de esto es simple y obvio. No puede haber descanso mental
hasta que una impresión consciente sea hecha.
Si el hombre falla en impresionar completamente sobre sí mismo el hecho
de que ahora ya tiene aquello que hasta el momento deseaba poseer, él
continuará deseándolo, y por lo tanto el no estará mentalmente en el descanso,
o satisfecho.
Si por otro lado, él logra con éxito hacer este ajuste consciente a
punto tal que si al salir del periodo de silencio o de sus seis días de trabajo
subjetivos, él sabe por su sentimiento que ya tiene la cosa deseada, entonces
él automáticamente entra en el Sabbat o el periodo de descanso mental.
El embarazo lleva a la fecundación. El hombre no continúa deseando
aquello que ya ha obtenido. El Sabbat puede ser guardado como el día de
descanso solo después que el hombre logra con éxito en ser consciente de ser
aquello que antes de entrar en el silencio, deseaba ser.
El Sabbat es el resultado de los seis días de trabajo.
El hombre que sabe el verdadero significado de estos seis días de
trabajo, se da cuenta que la observación de un día en la semana como un día de
silencio físico, no es guardar el Sabbat.
La paz y el silencio del Sabbat pueden ser experimentados solo cuando el
hombre ha logrado con éxito en hacerse consciente de ser aquello que desea ser.
Si el falla en hacer esta impresión consciente, él ha errado al blanco; él ha
pecado, porque pecar es errar al blanco - es fallar en nuestro objetivo; es un
estado en el cual no tienes la conciencia tranquila.
“Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado”
(Juan 15: 22). Si al hombre no se le hubiese presentado un estado ideal al cual
apuntar, un estado para desear y obtener, él hubiese quedado satisfecho con lo
que le tocó en la vida y nunca hubiese conocido el pecado.
Ahora que el hombre sabe que sus capacidades son infinitas, que sabe que
al trabajar por seis días o al hacer el ajuste psicológico él puede realizar
sus deseos, él no estará satisfecho hasta que logre cada uno de sus objetivos.
Con el verdadero conocimiento de estos seis días de trabajo, él definirá
su objetivo y comenzará a hacerse consciente de ya serlo.
Cuando esta impresión consciente es hecha, le sigue automáticamente un
periodo de descanso mental, un periodo que el místico lo llama el Sabbat, un
intervalo en el cual la impresión consciente será gestada y expresada
físicamente.
La palabra será hecha carne. ¡Pero ese no es el final!
El Sabbat o descanso que será interrumpido por la encarnación de la
idea, tarde o temprano dará lugar a otros seis días de trabajo a medida que el
hombre define otro objetivo y comienza un nuevo acto de definirse a sí mismo
como aquello que él desea ser.
El hombre ha sido sacudido de su adormecimiento por medio del deseo, y
no podrá encontrar descanso hasta que realice su deseo.
Pero antes de que él pueda entrar en el descanso de Dios, o guardar el
Sabbat, antes de que él pueda caminar sin miedo y en paz, él debe convertirse
en un buen francotirador espiritual y aprender el secreto de pegarle al blanco
o trabajar seis días - el secreto por el cual él deja ir al estado
materializado y se ajusta a si mismo al subjetivo.
Este secreto fue revelado en el nombre divino Jehová, y otra vez en la
historia de Isaac bendiciendo a su hijo Jacob. Si el hombre aplicara la fórmula
tal como se revela en estos dramas de la biblia, él siempre le embocará en el
blanco, porque él sabrá que solo se entra al descanso mental o el Sabbat,
cuando logra con éxito hacer el ajuste psicológico.
La historia de la crucifixión dramatiza hermosamente estos seis días
(periodo psicológico) y el séptimo día de descanso.
Fue escrito que era la costumbre de los judíos dejar que liberen a
alguien de prisión en la fiesta de la Pascua, y que se les daba la elección de
liberar a Barrabás el ladrón, o a Jesús el salvador. Y ellos clamaron “Libera a
Barrabás” (Juan 18: 40). Por lo que Barrabás fue liberado y Jesús fue
crucificado.
Luego fue escrito que Jesús el Salvador fue crucificado en el sexto día,
enterrado o sepultado en el séptimo, y resucitado en el primer día.
El salvador en tu caso es aquello que te salvaría de aquello de lo que
no eres consciente de ser, mientras que Barrabas el ladrón es tu presente
concepto de ti mismo que te roba de aquello que te gustaría ser.
Al definir a tu salvador tu defines aquello que te salvaría, y no de qué
manera serías salvado.
Tu salvador o deseo tiene maneras que tú no conoces; sus maneras van más
allá de nuestro entendimiento (Romanos 11: 33).
Cada problema revela su propia solución. Si tú estuvieras en prisión,
desearías automáticamente ser libre. La Libertad, por lo tanto, es la cosa que
te salvaría. Ésta es tu salvador.
Habiendo descubierto tu salvador, el próximo paso en este gran drama de
la resurrección es liberar a Barrabás, el ladrón - tu concepto presente de ti
mismo - y crucificar a tu salvador, o fijar la conciencia de ser o tener
aquello que te salvaría.
Barrabás representa tu problema presente. Tu salvador es aquello que te
liberaría de este problema. Tú liberas a Barrabás al sacar tu atención del
problema - sacarla de tu sentido de limitación - porque te roba de la libertad
que buscas. Y crucificas a tu salvador al fijar un estado psicológico definitivo
al sentir que ya eres libre de la limitación del pasado.
Tú niegas la evidencia de los sentidos y comienzas a sentir
subjetivamente la alegría de ser libre. Te sientes que este estado de libertad
es tan real que exclamas: “¡Soy Libre!”; “Está terminado” (Juan 19: 30).
La fijación de este estado subjetivo - la crucifixión - toma lugar en el
sexto día. Antes de que el sol se ponga en este día tú debes haber completado
la fijación al sentir - “Así es” - “Está terminado”.
El saber subjetivo es seguido por el Sabbat o el descanso mental. Tú
serás como aquel que es enterrado o sepultado porque tú sabrás que no importa
qué tan montañosas sean las barreras, qué tan impenetrables las paredes
parecieran ser, tu salvador crucificado y enterrado (tu presente fijación
subjetiva) se resucitará a sí mismo. Al guardar el Sabbat un periodo de
descanso mental, al asumir la actitud mental que sería tuya si ya estuvieras
expresando visiblemente esta libertad, tú recibirás la promesa del Señor,
porque la Palabra será hecha carne - la fijación subjetiva se encarnará a sí
misma. “Y en el séptimo día reposó Dios de todas sus obras.” (Hebreos 4: 4).
Tu conciencia es Dios descansando en el conocimiento de que “Está bien”
- “Está terminado”. Y tus sentidos físicos confirmarán que así es, porque
vendrá el día que lo revelará.
CAPITULO 6
SANACIÓN
La fórmula para la cura de la lepra como se revela en el capítulo
catorce del libro de Levítico, es de lo más iluminador, cuando se la mira a
través de los ojos del místico. Esta fórmula puede ser prescripta como la cura
positiva de cualquier enfermedad en el mundo del hombre, ya sea física, mental,
financiera, social, moral - Lo que sea.
No importa la naturaleza de la enfermedad o su duración, porque la
fórmula puede ser exitosamente aplicada a cualquiera de ellas.
Aquí está la fórmula que fue escrita en el libro de Levítico: “el
sacerdote mandará tomar dos avecillas vivas y limpias… Después el
sacerdote mandará degollar una de las avecillas… en cuanto a la avecilla
viva, la tomará y mojará en la sangre del ave muerta; y rociará siete veces al
que ha de ser purificado de la lepra, lo declarará limpio, y soltará al ave
viva en campo abierto… y quedará limpio.” (Levítico 14: 4 al 8).
La aplicación literal de esta historia sería estúpida e infructífera,
pero por otro lado la aplicación psicológica de esta fórmula es sabia y
fructífera.
Una avecilla, es el símbolo de una idea. Cada hombre que tiene un
problema o desea expresar otra cosa de lo que ahora está expresando, se podría
decir que tiene dos avecillas. Estas dos avecillas o concepciones pueden ser
definidas de esta manera: La primera avecilla, es tu presente concepto
exteriorizado de ti mismo; es la descripción que tu darías si se te preguntara
cómo te auto definirías - tu condición física, tus ingresos, tus obligaciones,
tu nacionalidad, familia, raza, etc. Tu respuesta sincera a estas preguntas
estaría basada únicamente en la evidencia de tus sentidos y no sobre ningún
pensamiento de deseo.
Este verdadero concepto de ti mismo (basado completamente en las
evidencias de tus sentidos) define a tu primer avecilla.
La segunda avecilla es definida por la respuesta que desearías poder dar
a estas preguntas de auto definición. En pocas palabras, estas dos avecillas
pueden ser definidas como aquello que eres consciente de ser y aquello que
desearías ser.
Otra definición de estas dos avecillas podría ser, el primero - tu
problema presente, no importa su naturaleza, y el segundo - la solución a ese
problema.
Por ejemplo: Si tú estuvieras enfermo, una buena salud sería la
solución. Si estuvieras en deuda, la libertad de deuda sería la solución. Si
tuvieras hambre, la comida sería la solución. Como habrás notado, el cómo, la
manera en que se realiza la solución, no es considerado.
Solo el problema y la solución son considerados.
Cada problema revela su propia solución. Para la enfermedad es la salud;
para la pobreza es la riqueza; para la debilidad es fortaleza, para el
encarcelamiento es la libertad.
Estos dos estados, entonces, tu problema y su solución, son las dos
avecillas que traes al sacerdote. Tú eres el sacerdote que ahora realiza el
drama de la curación del hombre leproso - tú y tu problema. Tú eres el
sacerdote; y con la fórmula para la cura de la lepra, tú ahora te liberas a ti
mismo de tu problema.
Primero: Toma una de las avecillas (tu problema) y mátalo al extraer su
sangre. La sangre es la conciencia del hombre. “Y de una misma sangre ha hecho
toda nación de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra”
(Hechos 17: 26).
Tu conciencia es la única realidad que anima y hace real aquello de lo
que tú eres consciente de ser. Así que quitar tu atención de los problemas es
equivalente a extraer la sangre de la avecilla. Tu conciencia es la única
sangre que hace de todos los estados, realidades vivientes. Al remover tu
atención de cualquier estado, tú has drenado la sangre viviente de ese estado.
Tu matas o eliminas a la primera avecilla (tu problema) al remover tu atención
de ella. Y en esta misma sangre (tu conciencia) tú bañas a la avecilla viva (la
solución), o aquello que hasta ese momento tú deseabas ser o poseer. Esto lo
haces al liberarte a ti mismo, para ser el estado deseado ahora.
Bañar a la avecilla viva en la sangre de la avecilla que fue matada, es
similar a la bendición de Jacob dada por su padre ciego Isaac. Como recordarás,
Isaac el ciego no podía ver su mundo materializado, su hijo Esaú. Tú también,
eres ciego a tu problema - la primera avecilla - porque tú has removido tu
atención de él y por lo tanto no lo ves. Tu atención (sangre) ahora está
situada en la segunda avecilla (estado subjetivo), y tú sientes y percibes la
realidad de él.
Se te dice que rocíes siete veces al que debe ser limpiado. Esto
significa que tú debes permanecer por dentro en el nuevo concepto de ti mismo
hasta que entres mentalmente en el séptimo día (el Sabbat); hasta que la mente
esté quieta, o fijada en la creencia de que tú estás realmente expresando o
poseyendo aquello que deseas ser o poseer. Al séptimo rociamiento se te
instruye a que dejes libre a la avecilla viva, y pronuncies que el hombre ya
está limpio.
A medida que completamente impresionas sobre ti mismo el hecho de que ya
eres aquello que deseas ser, tú ya te has rociado simbólicamente, siete veces;
entonces eres libre como la avecilla que fue liberada. Y como la avecilla en
vuelo, que en poco tiempo deberá volver a la tierra, así también tus
impresiones subjetivas o declaraciones deberán, en poco tiempo, se
materializarán a sí mismas en tu mundo.
Esta historia y todas las otras historias de la biblia, son obras
psicológicas dramatizadas dentro de la conciencia del hombre.
Tú eres el alto sacerdote; tú eres el leproso; y tú eres las aves.
Tu conciencia o YO SOY es el alto sacerdote; tú, el hombre con el
problema, eres el leproso. El problema, tu presente concepto de ti mismo, es la
avecilla que es matada; la solución del problema, lo que deseas ser, es la
avecilla viva que es liberada.
Tú recreas este gran drama dentro de ti mismo al quitar tu atención de
tu problema y al situarla en aquello que deseas expresar.
Tú impresionas sobre ti mismo el hecho de que ya eres aquello que deseas
ser hasta que tu mente se aquieta en la creencia de que ya es así.
Vivir en la actitud mental fijada, vivir en la conciencia de que ya eres
aquello que anteriormente deseabas ser, es la avecilla en vuelo, libre de las
limitaciones del pasado y moviéndose hacia adelante a la encarnación de tu
deseo.
CAPITULO 7
DESEO, LA PALABRA DE DIOS
“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino
que realizará lo que me place, y cumplirá aquello para lo que la envié.”
(Isaías 55: 11).
Dios te habla a ti por
medio de tus deseos básicos. Tus deseos básicos son palabras de promesa o
profecía que contienen dentro de sí mismos el plan y el poder de expresión.
Por deseos básicos me
refiero a tus objetivos reales. Los deseos secundarios se encargan de la manera
de realizarlos. Dios, tu YO SOY, te habla a ti, el estado consciente condicionado,
a través de tus deseos básicos. Los deseos secundarios o formas de expresión
son los secretos de tu YO SOY, el Padre que todo lo sabe. Tu Padre, YO SOY,
revela el primero y el
último - “Yo soy el principio y el fin” (Apocalipsis 1: 8, 22: 13). Pero Él
nunca revela el medio o secreto, de Sus maneras; es decir, el primero es
revelado como la palabra, tu deseo básico. El último es su cumplimiento - la
palabra hecha carne. El segundo, o medio, (el plan de desarrollo), nunca es
revelado al hombre sino que permanece por siempre como el secreto del Padre.
“Yo testifico a todos los que oyen las palabras de la profecía de este
libro: Si alguno añade a ellas, Dios traerá sobre él las plagas que están
escritas en este libro; y si alguno quita de las palabras del libro de esta
profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa
descritos en este libro.” (Apocalipsis 22: 18, 19).
Las palabras de profecía mencionadas en este libro Apocalipsis, son tus
deseos básicos que no deben ser condicionados más a fondo. El hombre está
constantemente añadiendo y quitando de estas palabras. Sin saber que estos
deseos básicos contienen el plan y el poder de expresión, el hombre está
siempre comprometiendo y complicando su deseo.
Aquí hay una ilustración de lo que el hombre hace a la palabra de la
profecía - sus deseos.
El hombre desea libertad de sus limitaciones o problemas. Lo primero que
él hace luego de definir su objetivo es condicionarlo sobre alguna otra cosa.
Él comienza a especular sobre la manera de obtenerlo.
Sin saber que la cosa deseada tiene una manera de expresarse totalmente
por su cuenta, él comienza a planear cómo lo va a obtener, y por lo tanto,
añadiendo a la palabra de Dios.
Si, por otro lado, él no tiene plan o concepción sobre el cumplimiento
de su deseo, entonces él compromete su deseo al modificarlo. Él siente que, si
él estará satisfecho con menos de lo que es su deseo básico, él podría tener
más posibilidades de realizarlo. Al hacer esto, él quita de la palabra de Dios.
Individuos y naciones por igual están constantemente violando esta ley de su
deseo básico al confabular y planear la realización de sus ambiciones; y por lo
tanto, ellos añaden a la palabra de la profecía, o la comprometen con sus
ideales, por lo tanto quitando de la palabra de Dios.
El resultado inevitable es la muerte y plagas, o fracaso y frustración,
como lo prometido por tales violaciones.
Dios habla al hombre solo por medio de sus deseos básicos.
Tus deseos son determinados por tu concepto de ti mismo. Por si solos,
no son ni buenos ni malos. “Yo sé, y estoy convencido en el Señor Jesús, de que
nada es inmundo en sí mismo; pero para el que estima que algo es inmundo, para
él lo es.” (Romanos 14: 14).
Tus deseos son el resultado natural y automático de tu presente concepto
de ti mismo.
Dios, tu conciencia incondicionada, es impersonal y no hace acepción de
personas. (Hechos 10: 34, Romanos 2: 11).
Tu conciencia incondicionada, Dios, le da a tu conciencia condicionada,
el hombre, a través de tus deseos básicos, aquello que tu estado condicionado
(tu presente concepto de ti mismo) cree que necesita.
Mientras que permanezcas en tu presente estado consciente, continuarás
deseando aquello que ahora deseas.
Cambia tu concepto de ti mismo, y tú automáticamente cambiarás la
naturaleza de tus deseos.
Los deseos son estados de conciencia buscando materializarse. Son
formados por la conciencia del hombre y pueden ser fácilmente expresados por el
hombre que los ha concebido.
Los deseos son expresados cuando el hombre que los ha concebido asume
entonces, la actitud mental que tendría si el estado deseado ya hubiese sido
expresado. Ahora, dado a que los deseos, sin importar su naturaleza, pueden ser
tan fácilmente expresados por actitudes fijadas de la mente, una palabra de
advertencia debe ser dada a aquellos que todavía no hayan realizado la unidad
de la vida, y a quienes no saben la verdad fundamental de que la conciencia es
Dios, la única realidad.
Esta advertencia fue dada al hombre en la famosa Regla de Oro - “Así que, todo lo que quieran que la gente
haga con ustedes, eso mismo hagan ustedes con ellos” (Mateo 7: 12).
Tú quizás deseas algo para ti, o quizás deseas algo para otro. Si tu
deseo es para otro, asegúrate que la cosa deseada sea aceptable para ese otro.
La razón de esta advertencia es porque tu conciencia es Dios, el dador de todos
los regalos.
Por lo tanto, aquello que sientes y crees como verdadero de otro es un
regalo que le has dado.
Si el regalo no es aceptado, volverá al que lo dio.
Asegúrate entonces, de que tú amarías poseer ese regalo para ti mismo,
porque si fijas una creencia dentro tuyo como verdadera de otro y él no acepta
este estado como verdadero de sí mismo, este regalo no aceptado se encarnará a
sí mismo en tu mundo.
Siempre escucha y acepta como verdadero de otros, aquello que tú
desearías para ti mismo. Al hacerlo, estás construyendo el cielo en la tierra.
“Todo lo que quieran que
la gente haga con ustedes, eso mismo hagan ustedes con ellos”, está basado en
esta ley.
Solo acepta tales estados como verdadero de otros que tú, con toda
voluntad, aceptarías como verdadero de ti mismo, para que siempre estés creando
el cielo en la tierra. Tu cielo es
definido por el estado de conciencia en el que tú vives, y tal estado está
hecho de todo lo que tú aceptas como verdadero de ti mismo y verdadero de
otros.
Tu ambiente inmediato es definido como tu propio concepto de ti mismo,
más tus convicciones respecto a otros que no han sido aceptadas por ellos.
Tu concepto de otro que no sea su concepto de sí mismo, es un regalo que
te vuelve a ti.
Sugestiones, como propaganda, son boomerangs a menos que sean aceptados
por aquellos a los que se lo enviaste.
Así que tu mundo es un regalo que tú te has dado a ti mismo.
La naturaleza de este regalo es determinada por tu concepto de ti mismo
más los regalos no aceptados que tú les ofreciste a otros.
No cometas ningún error sobre esto; la ley no hace acepción de personas.
Descubre la ley de auto-expresión y vive por ella; así tú serás libre.
Con este entendimiento de la ley, define tu deseo; sabe exactamente lo que
quieres; asegúrate de que sea deseable y aceptable.
El hombre sabio y disciplinado, no ve ninguna barrera para la
realización de su deseo: él no ve nada que haya que destruir. Con una actitud
mental fijada, él reconoce que la cosa deseada ya ha sido completamente
expresada, porque él sabe que un estado subjetivo fijado tiene maneras y medios
para expresarse a sí mismo, que el hombre no conoce. “Antes de que pregunten,
yo ya he respondido” (aprox. Isaías 65: 24), “Yo tengo maneras que tú no
conoces” (aprox. Isaías 42: 16), “Mis caminos no se pueden comprender” (Romanos
11: 33).
El hombre indisciplinado, por otro lado, constantemente ve oposición al
cumplimiento de su deseo, y, a causa de su frustración, él forma deseos de
destrucción que firmemente cree que deben ser expresados antes de que su deseo
básico pueda realizarse. Cuando el hombre descubre esta ley de una sola
conciencia, él entenderá gran sabiduría de la Regla de Oro, y entonces vivirá
por ella y se probará a si mismo que el reino de los cielos está en la tierra.
Tú te darás cuenta el porqué de: “Todo lo que quieran que la gente haga
con ustedes, eso mismo hagan ustedes con ellos”. Tú sabrás por qué debes vivir
por esta Regla de Oro, porque descubrirás que es tan solo sentido común
hacerlo, ya que esta regla está basada en la ley inmutable de la vida, y que no
hace acepción de personas.
La conciencia es la única realidad. El mundo y todo lo que hay en él son
estados de conciencia materializados.
Tu mundo es definido por tu concepto de ti mismo, MAS TUS CONCEPTOS DE
OTROS, que no son los conceptos que ellos tienen de ellos mismos.
La historia de la Pascua es para ayudarte a que le des la espalda a las
limitaciones del presente, y pases a otro estado mejor y más libre.
La sugerencia de: “Sigue al hombre que lleva un cántaro de agua” (Marcos
14: 13, Lucas 22: 10), fue dada a los discípulos para guiarlos a la ultima cena
o el festín de la Pascua. El hombre con el cántaro de agua es el onceavo
discípulo, Simón de Canaán, la cualidad de disciplina de la mente que solo
escucha a los estados dignos, nobles y amables.
La mente que es disciplinada en escuchar solamente lo bueno, se deleita
en los estados buenos y por lo tanto encarna lo bueno en la tierra.
Si tú también asistieras a la última cena - el gran festín de la Pascua
- entonces sigue a este hombre. Asume esta actitud mental simbolizada como el
“hombre con el cántaro de agua”, y vivirás en un mundo que es realmente el
cielo en la tierra.
El festín de la Pascua es el secreto de cambiar tu conciencia.
Tú quitas tu atención de tu presente concepto de ti mismo, y asumes la
conciencia de ser aquello que deseas ser, y por lo tanto, pasas de un estado a
otro.
Esta hazaña se logra con la ayuda de los doce discípulos, que son las
doce cualidades disciplinadas de la mente (ver el libro “Tu fe es Tu Fortuna”
por el mismo autor, capítulo 18).
CAPITULO 8
FE
“Y Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que si
tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”,
y se pasará; y nada os será imposible.” (Mateo 17: 20).
Esta fe de un grano de mostaza, ha probado ser piedra de tropiezo para
el hombre. (1 Corintios 1: 23). Se le ha enseñado a creer que un grano de
mostaza significa un pequeño grado de fe. Así que él naturalmente se pregunta
por qué a él, un hombre maduro, le debería faltar esta insignificante medida de
fe cuando tan poca cantidad aseguraría el éxito.
Se le ha dicho que “Fe”, es “la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11: 1). Y otra vez, “Por la fe
entendemos que el universo fue preparado por la palabra de Dios, de modo que lo
que se ve no fue hecho de cosas visibles.” (Hebreos 11: 3).
Las cosas invisibles fueron hechas visibles. El grano de mostaza no es
la medida de una pequeña cantidad de fe. Por lo contrario, es lo absoluto en la
fe.
Un grano de mostaza es consciente de ser un grano de mostaza, y
solamente un grano de mostaza. No está consciente de ninguna otra semilla en el
mundo. Está sellado en la convicción de que es una semilla de mostaza, de la
misma manera que un espermatozoide sellado en el vientre es consciente de ser
un hombre y solamente un hombre.
Un grano de mostaza es realmente la medida de fe necesaria para lograr
todos tus objetivos; pero tal como el grano de mostaza, tú también debes
perderte a ti mismo en la conciencia de ser solamente la cosa que deseas.
Tú permaneces dentro de este estado sellado, hasta que se brota a sí
mismo, y te revela tu afirmación consciente.
La fe es sentir o vivir en la conciencia de ser la cosa deseada; la fe
es el secreto de la creación, el VAU en el nombre divino: YOD HE VAU HE; la fe
es el Cam de la familia de Noé; la fe es la esencia de sentir por lo cual Isaac
bendijo e hizo real a su hijo Jacob. Por la fe, Dios (tu conciencia) llamó a
las cosas que no existían como si existiesen,
y las hizo visibles.
Es la fe lo que te permite hacerte consciente de ser la cosa deseada;
otra vez digo que es la fe lo que te sella en este estado consciente, hasta que
tu afirmación invisible llega a madurar y se expresa a sí misma, se hace
visible.
La fe o sentir es el secreto de esta apropiación. A través de sentir, la
conciencia que desea es unida a la cosa deseada.
¿Cómo te sentirías si ya fueras aquello que deseas ser?
Vístete de ese humor, de ese sentimiento que sería tuyo si ya fueras
aquello que deseas ser; y en poco tiempo tú serás sellado en la creencia de que
ya lo eres. Luego, sin esfuerzo, este estado invisible se materializará a sí
mismo; lo invisible será hecho visible.
Si tuvieras la fe de un grano de mostaza, tú, a través de la sustancia
mágica de sentir, te sellarías a ti mismo en la conciencia de ser aquello que
deseas ser.
En esta quietud mental o estado como de tumba, tu permanecerás confiado
en que no necesitas a nadie para remover la piedra (Mateo 28: 2, Marcos 16: 3,
Lucas 24: 2, Juan 20: 1), porque todas las montañas, piedras y habitantes de la
tierra, son como la nada ante ti (Isaías 40: 17, Daniel 4: 32). Aquello que
ahora reconoces como verdadero de ti mismo (tu presente estado de conciencia)
actuará conforme a su naturaleza y entre todos los habitantes de la tierra, y
ninguno podrá detenerlo y decirle: “¿Qué has hecho?” (Daniel 4: 35). Ninguno
puede detener este estado consciente en el cual estás sellado para encarnarse a
sí mismo, ni preguntar su derecho de ser.
Este estado consciente cuando es propiamente sellado por la fe es
Palabra de Dios, YO SOY, porque el hombre sentado está diciendo: “YO SOY esto y
lo otro”, y la Palabra de Dios (mi estado consciente fijado) es espíritu y no
puede volver a mi vacía, sino que debe cumplir aquello para cual la envié. La palabra
de Dios (tu estado consciente) debe encarnarse a sí misma para que tú sepas
que: “YO SOY el Señor… no hay otro Dios a mi lado” (Isaías 45: 5). “Y el verbo
se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1: 14), y: “él envió su palabra y
los sanó” (Salmos 107: 20).
Tú también puedes enviar tu palabra, la Palabra de Dios, y sanar a un
amigo. ¿Hay algo que quieras escuchar de un amigo? Define ese algo que él
amaría ser o poseer. Ahora con tu deseo propiamente definido tú tienes la
Palabra de Dios. Para enviar esta Palabra a su rumbo, para hablar esta palabra
hasta que sea, tú simplemente haces esto. Siéntate calladamente donde estás, y
asume la actitud mental de escuchar; evoca la voz de tu amigo; con esta voz
familiar establecida en tu conciencia, imagina que tú estás realmente
escuchando su voz y él te está diciendo que él es o posee aquello que tu
querías que sea o posea.
Impresiona sobre tu conciencia el hecho de que tú realmente lo
escuchaste y que él te dijo lo que tú querías oír; siente la excitación de
haberlo escuchado. Luego déjalo completamente. Este es el secreto del místico
para enviar las palabras a su expresión - para hacer la palabra en carne. Tú
formas dentro tuyo la palabra, la cosa que quieres escuchar: luego tú escuchas,
y te la dices a ti mismo. “Habla, Señor, que tu siervo escucha.” (1 Samuel 3:
9, 10).
Tu conciencia es el Señor hablando a través de esa voz familiar de un
amigo e impresionando sobre ti mismo aquello que tú deseas escuchar. Esta
auto-impregnación, el estado impresionado sobre ti mismo, la Palabra, siempre
tiene medios y maneras para expresarse a sí mismo que ningún hombre conoce.
Cuando logras con éxito hacer esta impresión, tú permanecerás inmóvil a las
apariencias porque esta auto-impresión está sellada como un grano de mostaza, y
a su debido tiempo madurará hasta expresarse por completo.
CAPITULO 9
LA ANUNCIACION
El uso de la voz de un amigo para impregnarse a uno mismo con el estado
deseado es hermosamente contado en la historia de la Inmaculada Concepción.
Fue escrito que Dios envió a un ángel a María, para
anunciar el nacimiento de Su hijo. “Y el ángel le dijo a ella… Concebirás en tu
vientre y darás a luz un hijo… Entonces María preguntó al ángel: ¿Cómo será
esto?, pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo
vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual
también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios. Pues con Dios
nada hay imposible.” (Lucas 1: 30 al 37).
Esta es la
historia que ha sido contada por siglos, por todo el mundo, pero al hombre no se le dijo que
fue escrita respecto a él mismo, por lo
que fracasó en recibir el beneficio intencionado para él.
La historia revela el método por el cual la idea o
Palabra fue hecha carne. Dios, se nos dijo, germinó o engendró una idea, un
hijo, sin la ayuda de otro. Luego puso Su idea germinal en el vientre de María
con la ayuda de un ángel quien hizo la anunciación a ella, y la impregnó con la
idea.
No hay método más simple que haya sido escrito de la conciencia
impregnándose a sí misma, que el que encontramos en la historia de la
Inmaculada Concepción.
Los cuatro personajes en este drama de la creación
son, el Padre, el Hijo, María y el Ángel.
El Padre simboliza tu conciencia; el Hijo simboliza tu
deseo; María simboliza tu actitud receptiva de la mente; y el Ángel simboliza
el método usado para hacer la impregnación.
El drama se desarrolla de esta manera. El Padre
engendra a un Hijo sin la ayuda de otro.
Tú defines tu objetivo - tú clarificas tu deseo sin
ayuda o sugerencia de otro.
Luego el Padre selecciona al ángel que está mejor
calificado para llevar este mensaje o posibilidad germinal, a María.
Tú seleccionas a la persona en tu mundo que
sinceramente estaría excitado en ser testigo del cumplimiento de tu deseo.
Luego María se entera a través del ángel que ella ya
ha concebido un Hijo sin ayuda de un hombre.
Tú asumes una actitud mental receptiva, una actitud de
escuchar, e imaginas que estás escuchando la voz del que tú has elegido para
que te diga lo que deseas saber. Imagina que él te dice que tú ya eres y ya
tienes aquello que deseas ser y tener.
Tú permaneces en este estado receptivo hasta que sientes la excitación
de haber escuchado las buenas y maravillosas noticias. Luego, como María en la
historia, tú sales a continuar tu vida en secreto sin decirle a nadie de esta
maravillosa e inmaculada auto-impregnación, confiado de que a su debido tiempo,
tú expresarás esta impresión.
El Padre genera la semilla o posibilidad germinal de
un Hijo, pero en una impregnación eugénica; Él no transmite el espermatozoide
de Sí mismo al vientre. Él lo hace llevar por otro medio.
La conciencia deseando es el Padre generando la
semilla o idea. Un deseo clarificado es la semilla perfectamente formada o el
Hijo Unigénito. Esta semilla luego es llevada del Padre (la conciencia
deseando) a la Madre (la conciencia de ser y tener el estado deseado).
Este cambio en la conciencia es logrado por el ángel o
la voz imaginaria de un amigo diciéndote que tú ya has logrado tu objetivo.
El uso de un ángel o la voz de un amigo para hacer la
impresión consciente, es la forma más corta, más segura y más asegurada de ser
auto-impregnado.
Con tu deseo propiamente definido, tú asumes la
actitud de escuchar. Imagina que estás escuchando la voz de un amigo; luego haz
que él te diga (imagina que él te está diciendo), cuán suertudo y afortunado
eres en haber realizado completamente tu deseo.
En esta actitud mental receptiva tú estás recibiendo
el mensaje de un ángel; tú estás recibiendo la impresión de que tú eres y
tienes aquello que deseas ser y tener. La excitación emocional de haber
escuchado aquello que deseas escuchar es el momento de la concepción. Es el
momento en que quedas auto-impregnado, el momento que tú realmente sientes que
ahora ya eres o tienes, aquello que anteriormente deseabas ser o poseer.
A medida que tu emerges de esta experiencia subjetiva,
tú, tal como María en la historia, sabrás por tu cambio de actitud mental, que
has concebido un Hijo; que tú has fijado un estado subjetivo definitivo y que
en poco tiempo, expresarás o materializarás este estado.
Este libro ha sido escrito para mostrarte cómo lograr
tus objetivos. Aplica el principio expresado aquí mismo, y todos los habitantes
de la tierra no podrán detenerte para realizar tus deseos.
Nombre Original del libro en Ingles: Freedom For All.